Muchas veces buscamos a Dios en lo catastrófico, en lo espectacular o en las evasiones de la realidad. El miedo nos paraliza y nos impide hacer nuestra parte para resolver nuestros propios problemas. Dios nos acompaña siempre, en todo momento y nos anima a confiar en nosotros mismos y en nuestras posibilidades. El evangelio transforma nuestra manera de pensar y vivir, produciendo una vida diferente en nosotros. Lectura bíblica: Mt 14,22-33.

Dios se preocupa de lo más básico del ser humano, por lo que el cristianismo es buena noticia en la realidad humana. Se inicia con la pregunta ¿Qué hago por ti? Es la disponibilidad y la sensibilidad hacia el otro. En el dar se multiplica la existencia, encarnamos a Dios que es dador, se hace fiesta. Lectura bíblica: Mt 14, 13-21.

¿Quién es Dios? El Padre amando eternamente que se hizo pleno y fecundo en Jesús y que continúa su obra en cada corazón por su Espíritu. Su límite es nuestra libertad. Texto base: Juan 3, 16-18 (Solemnidad de la Santísima Trinidad).

La espiritualidad no está desligada de la vida, ni es refugio o escape del mundo sino es vivir tu mundo con espíritu, pasión, amor, construyendo una ética para tu vida. Nos introduce más profundo en nuestra realidad hasta descubrir lo trascendente. Es un más allá que ya está aquí entre nosotros. Y nos lleva a mirar como Jesús mira la realidad. Lectura bíblica: Jn 154, 1-12

¿Quién es Dios? El Padre amando eternamente que se hizo pleno y fecundo en Jesús y que continúa su obra en cada corazón por su Espíritu. Su límite es nuestra libertad. Texto base: Juan 3, 16-18 (Solemnidad de la Santísima Trinidad).

Una parte importante del amor es saber dejar ir a tiempo, educar en la libertad. Lo que se deja libre perdura y permanece en nosotros. El precio de nuestros miedos y complejos es que le robamos a otros la posibilidad de vuelo aun cuando tienen alas.   Texto base: Mateo 28, 16-20

Ante nuestras tentaciones de creer que poseemos la verdad, quererla imponer por la violencia y/o dejarla cuando implique sacrificios, Jesús nos revela que no somos dueños de la verdad, sólo somos buscadores de una verdad que está entre los humildes y sencillos de nuestro pueblo. Lectura bíblica: Jn 3, 14-21.