
El ser humano y las culturas siempre han deseado representar a Dios, pero el problema surge cuando hacemos de la representación un ídolo. Cuando uno cree en algo no se impone, sino que se ofrece y se verifica en los actos. Dios nos desafía a superar nuestro apego a la violencia, la tibieza en la verdad. Lectura bíblica: Mt 16,21-27.
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